sábado, 18 de octubre de 2008

Pide al tiempo que vuelva



La melancolía es un sentimiento que sólo se puede describir fielmente a través de la música. No es necesariamente un sentimiento triste. Es una mezcla agridulce, entre felicidad y tristeza. Es evocar atardeceres que pasaron hace ya mucho tiempo. Es como contemplar al sol ocultarse detrás de las montañas, esos últimos rayos que evocan la nostalgia por un día que termina y la esperanza de que mañana existirá otro día. Es cerrar los ojos por un momento y volver a sentir... Cosas que ya no es posible sentir. La inocencia largamente perdida, aquel rostro dulce de un ser del cual estamos separados por el infinito misterio de la vida y la muerte. Aquel abrazo tierno, que nunca más volveremos a sentir. Aquellos consejos, que se grabaron con fuego en nuestros corazones, pero que nunca volveremos a oir de la voz de la persona que los dio. Aquellos lazos que sobreviven la muerte y el gran misterio del tiempo. Esa sonrisa que recordamos todas las noches antes de ir a dormir y al amanecer cada día, pero que nunca volveremos a ver. Aquel halo de misterio que cubría tantas cosas... Y que la experiencia y el conocimiento ha ido borrando... Para bien o para mal.... Tocamos la delicada fibra de la meancolía con lo único que nos queda: vestigios materiales de aquello a lo que ya no podemos acceder. Podemos tocar una cajita musical, una fotografía un libro... Y cerrar los ojos y sentir que estamos en otro lugar y en otro tiempo y evocar a aquel ser que a través de los años  sigue estando con nosotros... Pero que ya no está. Es el gran misterio de la vida. El tiempo. Nos evade y nunca lo podemos atrapar. Si pudiéramos cerrar los ojos... Y pedirle al tiempo que volviera. Tan sólo para poder pasar unos segundos más... Tan sólo para preguntar aquello que nunca nos atrevimos a preguntar, para volver a sentir ese abrazo... Para volver a verte... Para volver a escucharte... 



domingo, 5 de octubre de 2008

¿En qué momento?

Se acerca la noche y siento una inexplicable sensación... Es como un vacío. Es como un halo de oscuridad que se acerca a mi y me rodea... La puedo sentir y no la puedo ver. 
La vida pasa rápido. Es un día tras otro. Suena sencillo. Son 24 horas, cada vez. Una oportunidad para vivir una vida, una pequeña vida que dura unas 12 horas. Un día que termina con un sueño reparador... Y con la promesa de que habrá un día siguiente, donde podemos hacerlo mejor. 
No he querido hacer la cuenta de cuántos días he vivido... Pero bueno ya han sido muchos días... De eso estoy segura :) Sin embargo, llega un momento en el que me pregunto... ¿Por qué pasan tan rápido los días? La verdad es que es una pregunta ya muy trillada y quizá un poco tonta, porque siendo ingeniera debiera yo de saber que el tiempo pasa... Con una precisión inexorable. No es que unos días se vayan más rápido que otros... Todo está en nuestra cabeza.
Esa inexplicable sensación que mencionaba hace unos instantes... Es la sombra de la duda. Es lo que a veces no nos deja estar en el presente, por estar divagando para encontrar una respuesta hacia una pregunta que nunca estuvo clara. 
Sin embargo, dentro de un marasmo de pensamientos alcanzo a distinguir la pregunta... ¿En qué momento?
¿En qué momento dejamos de ver cada día como una nueva oportunidad? ¿En qué momento nuestro corazón se endureció? ¿En qué momento dejamos de maravillarnos ante la naturaleza? Una vida agitada, la vida moderna. Entre múltiples obligaciones, preocupaciones, metas. ¿Dónde quedó la aventura? ¿Dónde quedó el espíritu libre? 
Hay cosas, que conforme va pasando la vida, vamos dejando ir... Muchas de las preguntas anteriores, para muchos podrían tener respuesta: "cuando dejé se ser niño". Sin embargo, yo pienso que el ser adultos no nos incapacita para vivir la vida como debe de ser: Intensamente.
Creo que todo lo anterior influye mucho en nosotros en cuanto a sentir que los días "pasan muy rápido" 
La vida es muy corta... Y la vida en estos días sin duda es más complicada. Se nos exige demasiado... Sobretodo, si caemos en la trampa de vivir bajo los estándares que imponen los medios. Hay que tener un cuerpo perfecto, tener el último gadget con el último software, hay que tener x, y, z bienes, hay que comportarse de tal manera en un lugar, y de otra manera en diferentes situaciones, cumplir con muchas obligaciones, estar al nivel de las circunstancias.
No es mi idea sugerir que nos debieran de importar poco nuestras obligaciones. Me parecería francamente trillado y ridículo decir la clásica frasecita de que hay que tratar de volver a ser niños. Eso tampoco se puede, hemos visto demasiado. Somos adultos, no hay de otra.
Sin embargo, me resisto a dejar que mi vida pase así nada más. Un día tras otro y ya... No quiero sentir, antes de dormirme, la sensación de "ya pasó otro día más". 
Prefiero reflexionar un poco y darme cuenta de que la vida es hermosa y hay mucho qué disfrutar... Hay que vivir el presente... De acuerdo, tengo muchas metas, pero no puedo condicionar mi felicidad a lograrlas todas, porque cuando ese momento llegue seguramente habrán pasado muchos días... No, es disfrutar el presente, esos pequeños placeres que tiene la vida y que muchas veces no valoramos. ¿De qué hablo? Bueno, unos ejemplos podrían ser...
  • Ver el sol en las mañanas
  • Respirar hondo
  • Un buen libro, ese olor a libro nuevo o viejo. Letras que nos transmiten sentimientos, voces que llegan a nosotros traspasando las barreras del tiempo, la muerte o la distancia
  • Los aromas de las especias al cocinar
  • Una plática con nuestros seres amados. Pero me refiero a una plática de verdad. Mirando a los ojos, sin el celular o x aparato en la mano. El placer de escuchar y ser escuchados.
  • Un abrazo
  • El olor a tierra mojada después de la lluvia
  • Dormir profundamente
  • La música, que también nos transporta y nos hace vibrar
Son muchas cosas que podrían estar en esta lista, cada quien tiene la suya. La mia es demasiado larga como para ponerla aquí. ¿En qué momento dejamos de disfrutar estas cosas? Creo que esa es una reflexión necesaria en estos tiempos tan agitados. En estos tiempos, en los que sentimos que la vida pasa demasiado rápido...